viernes, 30 de noviembre de 2012

Objetivo (casi) cumplido

Crónica de un día de emociones
Miguel Lorente

Nos parecía que 40 años nos habían hecho olvidar, pero no. Los organizadores prepararon pegatinas con nuestros nombres para identificarnos, pero apenas hicieron falta porque, sorprendentemente, nos reconocíamos. Era extraño, no nos lo podíamos creer, parecía que, de pronto, se habían borrado de nuestra existencia los últimos 40 años. Se confirmaban las investigaciones realizadas en la Universidad de California Irving al descubrir que cuando se recuerda un evento, la actividad del cerebro es similar a la que se registra cuando se vive por primera vez, lo que llevó a asegurar a los investigadores que los recuerdos persisten en nuestro cerebro, incluso cuando ya se han olvidado. La clave de este proceso está en conseguir desempolvar los recuerdos.
La cita era de 11:30 a 12 horas, pero a las 11 ya estábamos casi todos, incluso los que habían venido de Madrid, Murcia, Cuenca o Zaragoza. Como contó Mercedes García, sentíamos una sensación de intranquilidad similar a la que vivimos cuando fuimos por primera vez a la Escuela sin conocer a nadie. Sin embargo esa intranquilidad se desvaneció inmediatamente. Volver a ver a Laura y a Soria con las mismas sonrisas y la esbeltez de siempre, a Castiñeiras con esa mirada que desprende sosiego y empatía, a Alcázar con su aspecto socarrón y tierno aunque juegue a parecer un tipo duro e indiferente, a Borrás compañero de viaje por la meseta castellana aquel frío invierno del 72, a Lloria, a Fuertes, a Cano, … a tantos, aquella vuelta nos transformaba. Sentíamos como si nos faltaran brazos para abrazar, tiempo para saludar, o espacio en el cerebro para recordar.
Estaba previsto entrar en el salón de actos a las 12 pero no había modo de disgregar los grupos. Queríamos vivir sensaciones olvidadas y, absortos por las emociones, éramos ajenos al programa de la organización. Empezamos tarde, algunos intuitivamente se colocaron en la última fila, en ese lugar donde se puede dormir o gastar bromas sin ser vistos por el que ocupa el estrado, como hacían de estudiantes. Comentamos los motivos y entresijos de la búsqueda, recordamos, nos reímos y, lo mejor de todo, nuestros ojos irradiaban felicidad. Hicimos el compromiso de publicar todas las fotos de juventud y recuperar la orla que no tuvimos, recordando ¡una vez más! que los que aún no las han enviado lo hagan ya.
Después vino la foto de familia de los 60 asistentes, con 60 y alguno más, arropando a Gloria Palomares y a Vicente Caballer. Badía llegó tarde y  habrá que meterlo en el grupo con photoshop porque no quiere perderse este testimonio histórico. Seguidamente el aperitivo preparado por los organizadores con el mayor cariño posible, igual que la comida, los corrillos, las anécdotas, las aventuras, los recuerdos. Llegó el arros amb fesols i naps, las fotos, las viejas canciones transgresoras de los maños al ritmo de la guitarra de Fuertes que de tanto oírselas casi se convirtieron en himnos festivos de la promoción, el “republicano” Berzosa feliz con el rey y los aceituneros altivos de su Jaén. A ratos surgía la vida cotidiana con sus cornadas contadas en intimidad como un desahogo: el fallecimiento de quien te ha acompañado en la vida que te deja descolocado, ese maldito cáncer que te hace ver la vida de otra manera, la pérdida de un hijo imposible de superar, … pero sólo era un lapso entre el deseo de vivir la vida aferrados a los mejores recuerdos.
Pasan las horas y empiezan las despedidas con un sentimiento contradictorio porque se mezcla la felicidad del encuentro con la tristeza del adiós, aunque siempre con el propósito de repetir la experiencia sin esperar otros 40 años. Hasta el marido de Laura y la mujer de Saiz Malla que han soportado estoicos un encuentro que no va con ellos, se sienten felices, tal vez porque ven felices a sus respectivos. Algunos hace una hora que se despiden sin irse. Mientras, los organizadores recogen. Pasadas las 19:30 nos vamos los últimos pero unos cuantos seguimos en el hotel, nos vamos a cenar a un restaurante bajo un televisor que transmite la derrota del Valencia y después la del Madrid sin enterarnos. Cuando nos despedimos a la una, a Carrasco y a Castiñeiras aún les parece que hay que exprimir más el día y continúan. Por la mañana quedamos para desayunar juntos. Viene López Algaba con las fotos y seguimos hablando, hasta que llega la hora del AVE a Madrid en el que se van los que han venido de allí. Abrazos emocionados con el propósito de volvernos a ver pronto.
De regreso a Zaragoza el cerebro me lleva intuitivamente al Paseo de Valencia al Mar. Frente a la vieja facultad de Filosofía freno el coche y miro a mi izquierda con añoranza. Quien me acompaña en la vida me mira y dice: ¡Qué bien lo tuvisteis que pasar! No digo nada, un nudo me obstruye la garganta y me pongo las gafas oscuras. En silencio arranco el coche.
PD
Con las emociones de la jornada me trasladé a los años 69-72 y me pasó desapercibido el presente, sin valorar suficientemente el trabajo que habían hecho nuestros compañeros organizadores. Ahora, bajado parcialmente de la luna de Valencia, veo las cosas más claras y rindo tributo a estos amigos recuperados. Gracias Vicente, Luís, Miguel, Conchita, Charo, Mari Carmen, Lola y Carmina. Sois fenomenales. Y ellas, además, guapísimas ¿qué pacto habéis hecho con el diablo?


martes, 13 de noviembre de 2012

¡Gracias amigos!

Los organizadores del 24-N en plena faena ¿Alguien se lo cree?. En la fila superior Conchita Cañamás, Carmina Portillo, Lola Barberá y Miguel Soria.
Sentados Vicente Borrás, M. Carmen Rodríguez-Guisado y Luís López Algaba.
Se están dando un curre de tres pares (de lo que sea) pero lo hacen con gusto y, encima, se lo pasan bien.
El 24 os lo agradeceremos. ¡Gracias amigos!

viernes, 12 de octubre de 2012

¡24 de noviembre!

Estimados amigos:
Cuando hace unos meses empezamos a recibir las llamadas de nuestro compañero “maño” Lorente contándonos lo que pretendía, la primera impresión fue de locura absurda porque parecía imposible averiguar los nombres de los que fuimos compañeros en Valencia y, más aún, contactar con todos. Habían pasado 40 años y los recuerdos parecían haberse borrado con el paso del tiempo. Sin embargo, a medida que íbamos viendo nombres y fotos de quienes fuimos incluso amigos, los recuerdos de aquellos años felices volvieron a nuestra memoria, y del “por qué” escéptico primero pasamos al “por qué no” ilusionado.
El interés fue aumentando y en seguida aparecieron los que pensamos que esta aventura no podía acabar en un reagrupamiento virtual guardado en un fichero informático. Pensamos que el encuentro debería ser también físico para volver a sentir sensaciones perdidas y recuperar viejos amigos olvidados. En definitiva, para pasar un día feliz. Y con este fin hemos organizado un encuentro en Valencia. Será el 24 de noviembre próximo.
Como nuestra escuela está cerrada y en otros sitios próximos ponían impedimentos, hemos decidido hacerlo en la Escuela de Capacitación Agraria de Catarroja, cuyo director es Vicente Borras. El lugar es muy bonito y allí podremos hablar de nuestras cosas, comeremos y tendremos una sobremesa animada hasta que el cuerpo aguante. La cita será a partir de las 11 horas y habrá alguna sorpresa. El coste por persona aún no está cerrado pero resultará económico porque muchas cosas las haremos nosotros. El pago se hará en el momento de la acreditación en Catarroja. Los que vengan de fuera de Valencia por medios públicos, podrán llamar a compañeros de aquí para el traslado hasta Catarroja. También estamos gestionando con algunos hoteles ofertas especiales para los se queden todo el fin de semana. Toda la información la iremos publicando en este blog.
No obstante, para que este encuentro sea posible se necesita la colaboración de todos, por ello es necesario que hagáis lo siguiente:

  1. Confirmar la asistencia antes del 4 de noviembre respondiendo a este correo, indicando si vienes con acompañante. Quien lo tenga claro rogamos lo comunique lo antes posible a efectos de previsión y organización (algunos encargos hay que hacerlos con suficiente antelación). 
  2. Quienes hayan confirmado la asistencia y tengan que rectificar, podrán anularla hasta el 12 de noviembre. Pedimos en esto responsabilidad extrema para evitar problemas a la organización. El coste de los que no aparezcan sin avisar tendrán que sufragarlo el resto. 
  3. Recomendamos ponerse en contacto entre compañeros por si no abren el correo habitualmente y no reciben esta información. Esto también servirá para animar a los indecisos. 
Como decíamos, os iremos informando, pero de momento ir caldeando motores. Pensemos que la celebración del 40 aniversario de nuestra promoción es una ocasión única. Deseamos también que esos compañeros que andan un poco “tocados” ese día les respete la salud para que puedan disfrutar de la felicidad que da encontrarse con viejos amigos,
Un cordial saludo
Vicente Borras, Conchita Cañamás, Luís López Algaba, Carmina Portillo, Mª Carmen Rodríguez_Guisado

viernes, 20 de julio de 2012

Aquel frío enero del 72

Crónica del viaje a León de los delegados de la Escuela

Vicente Borrás y Miguel Lorente (narrado por Lorente)

Parecía como si a nosotros los ecos del mayo del 68 nos hubieran llegado en el curso 71-72, porque aquel año el cuerpo nos pedía protestar por cualquier cosa. Además de vernos afectados, como todos, por las corrientes ideológicas que circulaban, en nuestro caso teníamos el problema de las “Atribuciones profesionales” que nos afectaba más directamente. Los compañeros de la escuela de León organizaron para el 29 de enero, festividad de Sto. Tomás de Aquino, una asamblea de todas las escuelas de España para tomar una postura común. Nosotros convocamos una asamblea previa(en el aula de dibujo de la última planta) para decidir la asistencia a León. A esta reunión asistió Adolfo Fernández Checa y algún otro profesor. Recuerdo este detalle porque estaba a mi lado y en voz baja me instigaba a “continuar con la lucha en defensa nuestra dignidad y de nuestros derechos profesionales”. En la asamblea se decidió que Vicente Borras y yo, como delegado y subdelegado de la escuela, acudiéramos a la reunión, y para sufragar los gastos del viaje se hizo una colecta entre los asistentes. Un compañero sevillano de primero, de buena planta, calzado con botas camperas y aspecto de ser asiduo de la Feria de abril, aunque en aquel momento le importaba muy poco las atribuciones, se ofreció a llevarnos con su coche que la memoria prodigiosa del Boss Borrás apunta que era un Fiat 1.500 de color anaranjado indefinido y aspecto de no llegar muy lejos.
28 de enero, jueves.
Después de comer partimos de la escuela con moral de conquista. Un grupo de compañeros nos despidió dándonos ánimos. A la expedición se unió una joven de Sevilla, guapa, rubia, de altas caderas, de nombre Carmen según Borrás, y novia del compañero que nos llevaba en su coche. Yo que era de tierra fría llevaba una trenca de pana, pero los otros, de tierras cálidas, portaban unas escuetas cazadoras como ropa de abrigo. Por lo visto desconocían los rigores de la Meseta. En Tarancón tuvimos que detenernos para que el renqueante Fiat recuperara el aliento. Y hablando de fatiga el sevillano recordó un chiste que encargó contar a su novia porque, según decía, él no tenía la gracia que se supone a los andaluces. En cambio Carmen sí que la tenía y con su gracejo andaluz y el acento mejicano empezó a contar la historia. Se trataba de una pareja de mejicanos a los que sus respectivos cónyuges, Pancho y Lupita, les habían puesto los cuernos liándose entre ambos. El mejicano se lamentaba con su acento característico: “Qué dolor. Mi Lupita y tu Panchito nos han engañado”. Entonces la mejicana le propone: ¿Y si nos vengamos?”; “Pues nos vengamos”, responde el otro, y seguidamente se van a la cama. Al rato, ya recuperados de la fatiga, empiezan a lamentarse de nuevo porque no podían imaginarse que con lo enamorados que estaban de sus respectivas parejas, les hubieran engañado de esa manera. Entonces la mejicana propone otra rabiosa venganza y de nuevo empiezan a descargar odio hacia ellos. Pero por lo visto el cariño que les tenían no lo podían ocultar y la mejicana vuelve a proponer nueva venganza. Transcurrido un rato otra vez la mejicana vuelve a mostrar su resentimiento y el deseo de vengarse de su Panchito. Pero esta vez su compañero, con voz entrecortada, le responde: “¿Sabes que ya no me queda una pizquita de rencor?”
Después de seis horas largas de viaje llegamos a Madrid. Carmen tenía unas hermanas estudiando allí y fuimos a su casa donde cenamos. Sobre las 12 de la noche reanudamos el viaje: Teníamos que estar en León al mediodía. Al salir del túnel de Guadarrama y parar en el peaje, un termómetro gigante marcaba -14 ºC y en el suelo se veían montones de nieve acumulada por las máquinas limpiadoras. Era la primera vez que mis compañeros de tierras cálidas veían nieve mientras aseguraban que esa temperatura era imposible y que el termómetro debía funcionar mal. Eso me vino bien a mí para contar historietas invernales de mi pueblo, Jarque de Moncayo, y presumir de estar habituado al frío.
La noche estaba despejada y por la carretera no circulaba ni un triste camión de larga ruta. A nuestro ritmo el viaje transcurría plácido y en el asiento de atrás Borrás y yo nos dormimos. De pronto el coche se para. El motor funcionaba bien pero no entraban las marchas. El conductor no tenía la mínima idea de mecánica pero en seguida Borras, el alumno aventajado de la asignatura de Motores, vaticinó: “La caja de cambios”. A las dos de la madrugada en medio de un páramo donde el vapor de la respiración se congelaba, poco se podía hacer. Sacamos el coche de la carretera empujando y nos pusimos a dormir en el interior tapados con toda la ropa que llevábamos, a la espera del nuevo día.
29 de enero, viernes
A las ocho de la mañana nos despertó un ruido de alguien que, para ver el interior, raspaba los cristales cubiertos por una gruesa capa de escarcha. Era un mecánico probador de la Renault de Valladolid que muy amable examinó el coche y coincidió con el diagnóstico de Borras. Estábamos cerca de Arévalo, en la provincia de Ávila en medio de la nada, pero nuestro socorrista nos tranquilizó porque en el pueblo conocía a un mecánico que nos solucionaría el problema rápidamente y podríamos estar en León a la hora. Con su coche nuevo sin matricular que Vicente miraba con envidia, nos llevó al taller a él y a mí, explicó al encargado el caso y, éste, rápidamente salió con una grúa en busca del Fiat averiado. Cerca del taller estaba la estación de ferrocarril y en la cantina nos tomamos una copa de Chinchón para entrar en calor. Mientras Vicente lo sorbía con gesto de que algo le abrasaba las entrañas, pensaba que no resistiría aquellas temperaturas abrigado con una cazadora que solo le cubría hasta la cintura.
El taller cumplió con lo prometido. Cambió la vieja caja de cambios por otra similar sacada de un desguace, y a las 12 emprendimos el viaje … pero buena parte del dinero recaudado se había esfumado. Con optimismo nos plantemos pedir ayuda en León a los compañeros para la gasolina del regreso. Ya en León fuimos al lugar de la cita pero en la puerta de la escuela donde se iba a celebrar la reunión, una patrulla de “grises” vigilaba la entrada. Los anfitriones nos llevaron a un piso del que recuerdo su estado mugriento. Estábamos de pocas escuelas y aunque Vicente tiene buena memoria, poco importa después de tantos años hablar de esas cosas.
Al acabar nos fuimos de fiesta que para eso era Sto. Tomás de Aquino. Cuando se cerraron los bares nos llevaron al único que permanecía abierto en las afueras de la ciudad. Hubo que coger los coches y el nuestro recién remozado nos parecía flamante porque nadie tenía un Fiat. De regreso nuestro Fiat se hartó de seguir. En un principio pensamos que el mecánico de Arévalo nos había engañado, pero esta vez era la transmisión y ya no teníamos dinero ni para repararlo ni para regresar en tren. El martes 2 de febrero teníamos que estar en Valencia.
30 de enero, sábado
Decidimos mandar el coche a Valencia en tren a portes debidos y nosotros regresar en auto-stop al día siguiente porque no era prudente salir tan tarde. Los leoneses nos ayudaron a los trámites de la facturación, creo que nos invitaron a comer conocedores de nuestras penurias, y allí pasamos el día pero no visitamos la catedral. Tengo un recuerdo por la noche en un bar en el que Vicente hambriento y consumido por el frío, se jugó al pulso con un minero una cazuela de sopa humeante y reanimadora. Cuando se lo cuento apostilla que el bar se llamaba “La Mina” y que la sopa era de cebolla. Yo discrepo en esto y aseguro que era una sopa castellana, pero tampoco es para ponernos a discutir ahora por ello.
31 de enero, domingo
Nos levantamos temprano, pagamos la pensión y desayunamos un café con leche. El dinero de la recaudación hacía tiempo que se había agotado y el poco que nos quedaba debíamos administrar con exquisita mesura. Salimos a la carretera, los sevillanos por un lado y nosotros por otro, con el propósito de juntarnos en Madrid, en la casa de las hermanas de Carmen. Ellos llegaron por la noche después de cambiar varias veces de vehículo. En un camión, mientras el sevillano dormitaba en el camastro de la cabina, el camionero intentó tocar los pechos a su novia sentada en el asiento de la derecha y, como es fácil entender, tras la reacción histérica de ella la pareja fue expulsada del camión y abandonada en plena meseta castellana. Nosotros, tras varios cambios de coche sólo conseguimos llegar a Valladolid. Uno de esos cambios se produjo cerca del aeropuerto de Pucela, allá donde siempre sopla el viento y hace que en las carreras ciclistas se formen abanicos. En Valladolid veíamos pasar numerosos coches de esquiadores pero nadie se detenía ante un cuerpo tembloroso con el dedo pulgar izado y amoratado por el viento helado que soplaba. Yo me protegía las orejas con la capucha de la trenca de pana, pero Vicente, con su cazadora apropiada para el clima de Valencia, padecía lo indecible acurrucado en forma esférica intentando conservar mejor el calor desprendido por el metabolismo de su organismo desnutrido (nos manteníamos con el café de la mañana). No me explicaba cómo podía resistir en aquellas circunstancias si yo, más abrigado, tiritaba. Después he visto que era un tipo mentalmente fuerte capaz de sobreponerse en situaciones extremas.
Cuando el sol se ocultó y la noche se acercaba, exhaustos por el frío y el hambre decidimos abandonar la aventura. Fuimos a la estación de Renfe, vimos que podíamos comprar dos billetes a Madrid en un tren nocturno y aún nos quedaba para un bocadillo y algún pequeño vicio decente. Pasamos la tarde en los bares sin tomar nada o sin pagar lo que tomábamos y, para aguantar hasta la hora de la salida, aún pudimos ir al cine a la última sesión de la película “Pequeño gran hombre” protagonizada por Dustin Hoffman y Faye Dunaway. Cuando llegamos a la estación el andén estaba abarrotado de soldados de Madrid que habían vuelto a casa de fin de semana.
1 de febrero, lunes
Pensábamos dormir en el tren pero venía completo. En el pasillo, rodeados de soldados, coincidimos con una chica que trabajaba en Madrid y había vuelto aquel fin de semana a su casa. En medio de un ejército sin la dosis de bromuro que se suministraba en los cuarteles, según se decía, ella encontró refugio en nosotros. Le contamos nuestras penurias y en Medina del Campo nos compró unas cervezas y nos dio el bocadillo que, con todo el cariño, su madre le había preparado para el almuerzo. Pero el agotamiento pudo con nosotros y acabamos durmiendo en el pasillo sin que sintiéramos las botas de los soldados cuando pasaban por encima de nosotros. Llegamos a la estación Príncipe Pío de Madrid cuando las primeras luces del alba anunciaban un nuevo día. Posiblemente nuestra buena amiga vallisoletana nos pagara el billete del Metro que abandonamos en la Plaza de Castilla, la parada menos lejana de la casa de las sevillanas. Caminamos entre trabajadores con ojos de sueño portadores de bocadillos envueltos en hojas de periódico que atraían nuestras miradas. Llegamos a la casa, llamamos al timbre, despertamos a las inquilinas, y después las preguntas y los comentarios. Yo no tenía fuerzas para hablar pero Borrás ya se había recuperado. Me metí en una cama de alguna chica que se acababa de levantar y sólo recuerdo que llamaron a la puerta del piso. Por la mirilla vieron que era la hermana del novio de una de las chicas que nos habían cobijado y, ante el temor de que no comprendiera que aquello no era lo que parecía, decidieron no contestar y ponerle después la excusa de que ese lunes habían madrugado más porque tenían examen.
Comimos en casa temprano lo que tenían, que no era mucho, y una de las chicas decidió venirse con nosotros a Valencia. Vicente y yo la animamos pero por dos motivos diferentes. Aquí tengo que pedir disculpas a Borras por mi egoísmo, porque como coger a dos chicos en la carretera era más difícil que a uno, encontré una coartada para irme solo ya que era evidente que Vicente se iba a ir con ella. Fuimos en metro hasta Vallecas y al poco de ponerme con el dedo pulgar izado, un coche se detuvo: ¡Iba también a Valencia! El conductor me pareció mayor, sobre 40 años (cuánto relativismo) y durante el viaje tuvimos tiempo para hablar y contarle nuestras desgracias. En la provincia de Cuenca paramos a descansar en un bar de carretera pero yo, prudente o estratégicamente, como no podía pagar me quedé fuera. Él me hizo entrar, sobre todo cuando comprobó con aquella actitud que no era un “jeta”, y me invitó a merendar un suculento bocadillo de jamón con un vaso palmero de vino y gaseosa mientras él se tomaba un escueto café. Al llegar a Valencia, a pesar de mi hipócrita oposición, se empeñó en llevarme hasta mi casa en la calle de Lérida, junto a la de Sagunto.
Los sevillanos también llegaron ese día a Valencia pero Borrás y su compañera lo tuvieron más difícil (o no) porque llegaron un día más tarde, justo cuando ya habíamos empezado la asamblea. El último conductor que los cogió, un ingeniero de minas, dada la hora que era y lo difícil que les iba ser que alguien los montara, les propuso llevarles a Cuenca para que durmieran allí y continuaran viaje al día siguiente por la mañana. Les dio 500 pesetas para sobrevivir y con el dinero se compraron en una tienda un pan y embutido y buscaron una pensión cerca de la estación con la única calefacción que el calor que desprende el cuerpo humano. Ya sé que algunos querrían que contara con más detalle lo acontecido aquella noche en Cuenca para comprender la esencia del viaje, pero se comprenderá que hay ciertas cosas personales, ajenas a nuestro papel de delegados, que no estamos obligados a explicar.
2 de febrero, martes
Aquella noche yo dormí como nunca. Como durmiera Borrás no es momento de sacarlo a colación, pero al día siguiente bien temprano, él y su compañera (de viaje) volvieron a la carretera (la responsabilidad era la responsabilidad). Sin embargo la suerte siguió siéndoles esquiva y cuando por la tarde, en la asamblea, yo había empezado a narrar lo acontecido, aparece el bueno de Vicente desaliñado y demacrado gritando: ¡Qué alguien me suba del bar un bocadillo y una cerveza!
Después de 40 años no recuerdo nada de lo tratado en la asamblea. Solo sé que hubo una nueva colecta para pagar el transporte del Fiat y su posterior reparación, pero la recaudación fue tan pobre, como las del cepillo de las iglesias, que el padre del sevillano, seguramente igual que tantas veces, tuvo que asumir los gastos de su hijo que, de forma altruista, decidió acompañarnos sin preocuparle lo que a nosotros nos inquietaba.
Epílogo
El problema de la “Atribuciones” parece que ahora tiene visos de solución: Con el Plan Bolonia han desaparecido las Ingenierías Técnicas. Está claro que aquel viaje a León no sirvió para derribar los muros del poder clasista, pero fue útil para que dos jóvenes vitalistas e ilusionados tomáramos conciencia de que con intención es posible resistir y adaptarnos a las adversidades. En ningún momento nos importó el frío y el hambre, ni nos sentimos desgraciados con tanta contrariedad; al contrario, éramos felices sintiéndonos representantes de nuestra Escuela y creyendo que luchábamos por una causa justa. Mirando hacia atrás ahora llegamos a la conclusión que la vejez no viene con las canas ni con la caída del pelo, sino cuando somos incapaces de adaptamos al transcurrir del tiempo, cuando nos convencemos de que no podemos más, y que las cosas no tienen arreglo. Y somos ancianos cuando creemos que todo lo sabemos.
Este revival de 40 años nos hace ver que ahora la “Atribuciones” que tenemos que reivindicar no son las del trabajo, sino las de la felicidad cotidiana. Nuestra compañera Mercedes, la “albaceteña de Zaragoza”, dice que necesariamente “tenemos que añadir vida a los años y no años a la vida”. ¿Es preciso convocar una asamblea para debatir esto? Si hay que hacer algo, Vicente Borrás y yo estamos dispuestos a viajar de nuevo a León o a donde haga falta.
20 de julio de 2012

lunes, 16 de julio de 2012

Remembranzas

Pepe Ballester-Olmos
Queridos Compañeros:
Os adjunto dos fotos que os traerán remembranzas y un texto que os aportará algunos datos que os pueden ser de interés.
Una fotografía muestra la Escuela en 1970, recién construida y con el arbolado acabado de plantar. En la otra aparece Salvador Almenar subido a la plataforma de un extensible para bomberos, en el jardín botánico, hacia 1974, observando el estado de las ramas altas de los árboles.
Sin duda y sin la mínima exageración, Salvador ha sido unos de los mejores ingenieros-
jardineros de la historia de Valencia, lo cual él negará hasta la muerte, pero un servidor lo afirma y lo acredita.
Es ingente la labor que Salvador ha hecho en las dos décadas escasas de su meritísima actividad profesional: introdujo en la jardinería provincia y -por tanto- en la mayoría de los pueblos de Valencia, los nuevos conceptos y criterios compositivos del paisajismo internacional; comenzó a desarrollar las metodologías de la regeneración del paisaje natural; fue pionero en aplicar las técnicas de la gestión del árbol y fue el primer enemigo y activista de primera línea contra las podas- masacre que se venían practicando desde antaño; fue un "rompedor " en los innumerables cursos de divulgación, conferencias y charlas que pronunció; protegió la Albufera, el monte y la Huerta; y siempre ayudó al compañero joven, lo que le ha llevado a que mucho de los compañeros que ahora ocupa altos cargo s en el ámbito del paisaje y el medioambientalismo, hayan tenido en él su maestro. La Universidad Politécnica reconoció sus méritos concediéndole el Premio Magíster de Paisajismo y Jardinería, que solo otorga a los maestros más excelsos de la profesión, y le fue entregado por el Rector Justo Nieto en un acto protocolario.
Efectivamente, y pese a que durante un servicio en beneficio del paisaje valenciano, la picadura de un insecto lo retirara de la tremenda actividad que desplegaba -cosa que no pudieron hacer antes mezquinos enemigos guiados por obscuros intereses y que llegaron a quemar su despacho de Bétera donde trabajaba de luna a luna y guardaba su archivo, planos y espléndida biblioteca en cuatro idiomas- Salvador conserva su espíritu luchador, que éste, su amigo y compañero, saluda con el afecto y respeto de siempre.
El texto sobre el origen y devenir histórico de nuestra Escuela, trata acerca de los antecedentes y la historia de ella. Me lo encargó el Director con ocasión de que al equipo directivo del Centro se le ocurrió organizar unos fastos conmemorativos del quincuagésimo aniversario de su creación. Al informarme del asunto, el que esto escribe poco menos que espeluznó, porque la génesis y el embrión de la Escuela tenía una edad superior al doble de la que los organizadores –que procedían de otra escuela, habían acabado sus carreras no hacía muchos lustros, y no habían leído mucho acerca de la historia de la cultura valenciana (ellos no tienen toda la culpa)- atribuían a la entonces ETSMRE, antes EUITA, que fue EITA, la que había sido EPA , y antaño había tenido otro nombre, y otro, y otro…
Eso me espoleó el corazón y la estilográfica. Y me puse a desempolvar carpetas de mi archivo, y expedientes de otros, y a rebuscar entre mis libros –van por los 6.800 volúmenes y creciendo, (en cinco habitaciones) mientras mi querida y sufrida Maribel no decida donarnos en un mismo paquete a ellos y a mí-, y salió el estudio que os adjunto. Fue publicado como parte del libro institucional conmemorativo editado por la Escuela. Durante su redacción necesitaba consultar la documentación que obra en Secretaria y que me serviría para hacer los listados de profesores de cada profesión, listado de alumnos y hacer alguna estadística del sexo por promociones, regiones y poblaciones de origen de los alumnos, etc. la contestación de la Secretaria fue terminantemente negativa, pese a pedírselo un profesor, como era mi caso. Pese a hacerle ver que una buena parte de esos datos los podría sacar con facilidad –pero con mucho mayor esfuerzo visual y tiempo- de las orlas que pendía de las paredes de los pasillos y sala de profesores, ella siguió aplicando el reglamento y persistió en su negativa, por lo que este servidor se armó de escalera, cámara de fotos, papel, bolígrafo… y muchas paciencia, y pudo sacar en cierta medida lo que la burocracia impidió, aunque tuviera claro que era solicitado con fines de investigación histórica.
Bien, chicos y chicas, ahí tenéis una pequeña colaboración de aquel chaval larguirucho que –pese a que Juan Soler le quisiera disuadir de ello, porque con una especialidad ya era ITA- mi afición por la jardinería empujaba mucho y, siendo raro quizá para todos, fui el primero en hacer las dos especialidades, y tras haber acabado Agro me matriculé en Horto, donde dos años tuve la suerte y el privilegio de convivir con todos vosotros. Sí, dos años, porque –otra vez la burocracia- no me convalidaron la mitad de segundo porque siendo los mismos profesores, igual temario e idénticos contenidos (horticultura, arbóreos, etc.), eran asignaturas de especialidades distintas.
Hablaríamos de la cafetería, de D. Adolfo Fernández-Checa (jugando, jugando, mira); de D. Antonio Garrido, de D. Antonio Sánchez-Capuchino (pobre, qué mal final tuvo); de D. Miguel Aparicio, de Chema Torralba, de aquello de “¡FLLLoresss pOr faVVVOOOrrr¡, de la caza de tordos, de Hermelando Burriel: de la “motoreta” de Fuertes, del 850 de Paco Barrios, de los lloros de las chicas en el examen práctico de ornamentales, de la Planificación Frutal de Guadarranque (Cádiz), del Plan de Bárdenas y Monegros; de “La Satsuma, una maravilla, oiga”; de Don Juan Cornejo y su “y ahora vamos a hacer unos numeritosss”; de D. Adolfo García Cerdá (Fitoadolfo); del “zorrito” (zurriaques) de Murcia, del buen chaval del Verger; del funesto Administrador de la Escuela –capitán del Ejercito, retirado- y sus “hazañas” con profesores y alumnos; de los heroicos años de Juanjo Rodríguez Romero "Rodri" (quizá el más brillante de nosotros), de la poda en el chalet de don Camilo Miró; del injerto en los viveros de plantones de Albal; etc, etc.
Pero va bien ya por hoy.
See you, good friends, see you.

miércoles, 11 de julio de 2012

El precio de un aprobado

Javier Sierra Soria
La primera vez que le vi fue en el bar de la escuela. Estaba en el fondo de la barra sentado sobre un taburete en posición estudiada, leyendo Las Provincias y tomando un café con bollería que, seguramente, le pagaban los alumnos que le rodeaban. Vestía chaqueta de cheviot verde, pantalón de loneta azulina y corbata amarilla con topitos rojos. “Pa matarlo”. Los veteranos ya nos habían avisado que ese profesor era un personaje peculiar y que había que invitarle a desayunar al menos tres veces a lo largo del curso para que te aprobara. No presumáis de sagacidad porque está chupado que se trata de Juan Garrido, el catedrático de Zootecnia. De entrada no me cayó bien y como todo lo que se ve de octubre a junio, me pareció un mundo de días para invitarle a desayunar si quería aprobar.
Claro que los años 1971- 1972 eran otros tiempos. Ahora ningún profesor presumiría como él en clase de haber inseminado artificialmente a más de 200.000 mujeres trabajando para la Alemania nazi y, además, este personaje lo contaba orgulloso. Otra cosa es que fuera verdad, pero en cualquier caso se definía como un ser miserable. ¿Quién no se acuerda de las clases de prácticas en el Centro Oficial en Catarroja, en las que, a pesar de que hubiera para ello un operario del propio Centro, don Juan Garrido se empeñaba en que fueran las niñas (como así las llamaba) quienes cogieran la verga del toro para ayudar a introducirla en la vagina artificial donde eyaculaba? O cuando contaba en clase que el campeón mundial del amor era un sujeto que medía 1,50 m. y añadía: “Así niñas que no se hagan muchas ilusiones con los Adonis”.
Mientras tanto fue pasando el tiempo, y lo que en octubre veía muy lejano, al llegar el mes de mayo empecé a sentir que el fin de curso se me echaba encima y, claro, empezó a preocuparme el aprobado de Zootecnia porque ni una sola vez había invitado a un café al profesor Garrido, y tampoco era cuestión de hacer una maratón de invitaciones a última hora. Entonces decidí regalarle una caja de 12 botellas de un buen vino de mi pueblo, Cariñena, un reserva Monte Ducay de Garnacha que guardé en casa hasta el momento de la entrega. Pero un día vinieron por mi patrona algunos amigos maños y, al ver la caja, me incitaron a descorchar una botella. Y como no era estético regalar 11 botellas, decidí entregarle 9 y así tendría para dos invitaciones más. Como cualquier motivo era bueno para celebrar algo, a ocho días de terminar las clases me encuentro que solo me quedan tres botellas. Así que al día siguiente, como un mal cazador a la espera de un conejo, me puse en la barra del bar de la Escuela con mis tres supervivientes botellas, a la espera de que Don Juan Garrido llegara para desayunar, que como podéis suponer también corría por mi cuenta. Mal rato pasé, tanto para invitarle como para entregarle las botellas de vino, entre otras cosas porque mis compañeros de Horto me estaban observando y cachondeándose de aquella situación embarazosa. Pero lo hice ¡Como que había que aprobar!
Y por fin llegó el día del examen … Entre los alumnos se encontraba el secretario de la Escuela, un tipo corpulento y distante que, según se comentaba, era policía secreta o algo parecido. Estaba matriculado en tercero de Explotaciones pero nadie le había visto en clase ni invitar al desayuno a don Juan Garrido, con lo que esto último le originaba un problema.
Estaba claro que lo tenía que suspender…… pero era un poder fáctico en la Escuela y por mucha inseminación artificial que hubiera hecho con los nazis……., llegado el momento el profesor Garrido decidió aprobarle. Pero mira por donde debía tener su punto de magnanimidad y, para hacer justicia, anunció en el mismo examen que iba a haber aprobado general. El alborozo fue unánime pero, en ese momento, yo no me alegré porque me di cuenta que mis tres botellas y mi invitación a café y bollería no habían servido para nada. Maldecía para mis adentros porque, voluntariamente, hubiera preferido regalar mis tres botellas de Cariñena e invitar a café y bollos a Gloria Palomares.

El prfesor Garrido y su esposa en un viaje de prácticas con alumnos

miércoles, 4 de julio de 2012

Cuando Llegaba junio

Miguel Lorente
Al finalizar mayo, cuando las clases se acaban, salíamos corriendo hacia la playa de la Malvarrosa, no porque nos gustara su duna poblada de cañas o los atunes colgados delante de las casas de los pescadores para convertirlos en mojama, sino porque era la que estaba más próxima. Teníamos que estudiar para los exámenes finales pero la atracción era tan grande que los que éramos de tierra adentro no podíamos resistirnos a las escapadas. Dejábamos la biblioteca de la escuela, atravesábamos los últimos campos de chufas para tomar el “trenet” en Benimaclet, y en la primera parada cerca del mar nos bajábamos. Era una playa sin chiringuitos, ni paseo marítimo, ni bloques de apartamento, pero no se podía decir que fuera una playa virgen porque abundaba la basura, aunque eso a nosotros no nos importaba. Me llamaba la atención la casa de Blasco Ibáñez abandonada donde en el suelo se encontraban jeringuillas usadas.
Para nosotros el mar y la arena era un lujo y mi piel clara escasa de melanina disfrutaba con el agua salada. Entonces, por lo visto, no existían las cremas fotoprotectoras porque nadie de nosotros las usaba. Después de varias horas disfrutando del sol y del agua regresábamos a casa y, al atardecer, empezábamos a sentir que el cuerpo se enrojecía como ascua incandescente. Aquella noche era imposible dormir, después aparecían las ampollas y la piel quedaba chamuscada: eran quemaduras por lo menos de tercer grado. Al día siguiente alguien proponía volver a la playa y tú, postrado, casi desnudo para evitar cualquier roce con la ropa, maldecías jurando no volver nunca más a pisar la arena. Pero al año siguiente, cuando llegaba junio y las clases se acababan, otro nuevo ciclo se iniciaba. Locos por el mar volvíamos a la Malvarrosa, llegaban las quemaduras y la promesa de no pisar jamás la playa.
En la foto Lafuente, de piel blanca pero protegido, López Fanlo, de piel oscura, y yo, de piel blanca pero sin protección.

Qué tiempo tan feliz

Manuel Sánchez Meseguer
Un día en el Facebook encuentro un mensaje de Antonio Castiñeiras contándome la aventura que Lorente ha iniciado. Inmediatamente vista atrás y recuerdos, muchos recuerdos, y todos felices. La Escuela, el bar (un bocadillo de tortilla y una cerveza = 11 pesetas), el equipo de fútbol, el de voleibol (en nuestra época se llamaba balonvolea), los interminables ratos en el hall, Capuchinos y el Checa que curiosamente fue mi oveja negra porque la última asignatura que tuve que superar fue una de Jardinería, las milicias universitarias, y cuando la crisis económica era muy profunda “el vampiro”. La primera huelga que viví en el entorno político de entonces, que duró dos meses y que nos apuntamos por la novedad sin tener muy claro los objetivos finales y muchas cosas más. En fin, todo forma parte de nuestra vida que pasó pero que jamás se olvidará.
Un saludo para todos.

miércoles, 20 de junio de 2012

Cuarenta años de un golpe

Antonio Castiñeiras

Buenos días ¿Estudiaste en Valencia?
-Sí.
-¡Soy Antonio Alcázar!

No pude reaccionar. De repente... cuarenta años de un golpe, así sin anestesia. Como dice la canción veinte años no serán nada, ¡pero cuarenta!
Superadas las sorpresas, los recuerdos.
Las galopadas por la banda del 7 del equipo de la Escuela (el madrileño), recuerdo a Carrasco, con algunos más, animando al equipo de voleibol y, sobre todo, "desanimando con cierta pasión" al equipo contrario, al grito de guerra que utilizaba en las grandes ocasiones “¡Viva Cuenca libre”!. Era un partido contra un colegio mayor (no recuerdo el nombre). Aquello pudo acabar mal si ellos hubieran encontrado los «refuerzos» que mandaron a buscar… Recuerdo, cómo no, las cosas de Sánchez Capuchinos... el bar, los Viveros...
En fin, todo ha sido tan sorpresivo sin tiempo para reaccionar, y como además la literatura no es lo mío, mejor os dejo con Serrat que se apaña mejor con eso http://www.youtube.com/watch?v=zFLcUAUWCqk
Espero volver a evocar todo eso, pronto, en Valencia.
Un abrazo a todos.

sábado, 16 de junio de 2012

Recuerdos positivos

Luis López Algaba

Hola compañeros/as:
Por si alguien no me reconoce en la foto, soy Luis López Algaba. Gracias a los desvelos de Miguel Lorente tenemos la oportunidad de volver a recordarnos, después de cuarenta años.
¡Madre mía!¡Ya han pasado cuarenta años!
En las fotos del blog que va colgando Miguel, de entonces y de ahora, se ve claramente el paso del tiempo. De todas nuestras vidas en casi todos los casos al margen unos de otros, por la dispersión provocada por los distintos orígenes de cada uno, de los trabajos, de la vida en sí.
Pese a esa dispersión yo creo que hay algo común que nos une. El recuerdo positivo de aquellos años, de nuestra juventud. ¿Alguno tiene un mal recuerdo de la EITA de Valencia? Me atrevo a asegurar que no. Algunos malos ratos se pasaron, por ejemplo por algún suspenso que creímos injusto, pese a haber entrado en el examen con una resaca de capitán general, fruto de una noche en blanco, más de vidrios que de libros. Pero el recuerdo global, positivo. Seguro.
Apunto aquí algunos recuerdos positivos que seguro más de uno/a también tendrá:
• El primer compañero que conocí el primer día de clase de 1ª, justo en el tablón de anuncios junto a la escalera. Era Antonio Lasaosa, tan despistado como yo, intentando hacer un cuadro de horarios o algo parecido.
• El Capuchinos con el Bisonte en una mano y la cerilla, también apagada en la otra, haciendo kilómetros por la tarima y diciendo cosas como: "¡Silencio cósmico, qué se oiga el aleteo de una mosca!" o "La fiera, la filoxera, se guarecía al este de las Montañas Rocosas y entró en España, por Gerona, en 1876".
• El adjunto de Capuchinos que no recuerdo el nombre que, sentado en plan busto parlante en la mesa, nos deleitaba y ampliaba nuestro conocimiento con frases del estilo: "El Citrange Troyer es más resistente pero menos a la gomosis que el Poncirus Trifoliata, pero teniendo en cuenta que el Mandarino Cleopatra es más resistente pero menos a la tristeza que el Citrange Troyer y menos pero más a la gomosis que el Poncitys Trifoliata".
• Las carreras de tractores que nos hacíamos sorteando las columnas del taller de Motores cuando el Maestro de Taller se iba al despacho.
• El Garrido diciendo, con ese dominio que tenía de la asignatura, en una clase práctica en la Escuela de Capataces de Catarroja, que el toro semental era un ejemplar joven e inexperto cuando no quería montar a la vaca, para una extracción de semen y es que la vagina artificial estaba con el agua muy caliente y ya le habían abrasado antes el pito.
• La práctica de pastizales de alta montaña en La Iglesuela del Cid (Castellón) siempre con autobús que se rompía y las ovejas del aprisco que no olvidaban de un año para otro nuestra visita gracias al escandallo que les hacíamos.
• La influencia de la curvatura de la Tierra en la perpendicularidad de la mira, obsesión del Puerta y que no había Dios que entendiera y, mucho menos, demostrar.
• Las muchas tardes y noches de estudio en la RUCE (Residencia Universitaria Casa del Estudiante) en la calle Pascual y Genís, con Federico Hernández y algún otro compañero dándole a los libros a base de cafeteras y Ducados.
• El comedor de la Policía Nacional que se comía bien, abundante y barato junto a los cuarteles de la Alameda. Ahora el edificio es un hotel de lujo. ¡Vivir para ver!
• Las patatas bravas con unos vasos de cerveza que parecían barreños que ponían en el Bar Universitario de la calle Comedias. Ahora creo que hay una tienda de ropa de cama.
• El único compañero con el que he mantenido ininterrumpidamente el contacto durante todos estos años. Javier López de la Cámara, el de Cartagena, aunque en realidad es de Granada. Bueno, esto no es un recuerdo pues acabo de hablar con él y me ha soltado otra "parrafada" del Capuchinos que se la dejo a él para que la cuente.
Bueno compañeros/as, acabo ya. Vamos a hacer caso a la propuesta de Miguel y nos reunimos este otoño en Valencia, porque él, como buen maño cabezón, no va a parar hasta que lo consiga. Sería una buena ocasión, con la que está cayendo, de echarnos unas risas y reírnos de la música y de los tocadores.
En el aspecto personal deciros que estuve casado durante 29 años, hasta que falleció hace 3, de un cáncer cabrón, con una prima hermana de "la asturiana", María José. Tuvimos una hija.
Edito un blog que lo llamo LUIS LÓPEZ PUNTO COM en el que pongo cosas de senderismo, viajes y de trabajo.
¡Un abrazo a todos/as!

jueves, 7 de junio de 2012

La Orla del Santo Grial

Rafael Balada Llasat

Apreciados compañeros de la V de la EITAV,
Hace unas semanas me llamó Lorente y os confieso que, al empezar a hablar, pensé que iban a venderme alguna cosa que no necesitaba, y que dentro de poco, siguiendo mi tradición, iba a adquirir.
Cuando me dijo que habíamos sido compañeros en la Escuela me invadió una sensación de afecto, de gratitud por la iniciativa (y no solo por no tener que comprar algún artilugio), y tuve inmediatamente el deseo de participar en la realización de la orla que, a pesar del deseo de todos, nunca tuvimos. Me pidió que le ayudara en el reagrupamiento, que le mandara una foto de entonces y otra actual
Lo hice encantado, le hablé de Rafael Barrufet Dauder, de Valencia, que es uno de nuestros compañeros que ya no podrán ver la orla y una de las personas que más me han enseñado sobre la amistad y la naturaleza, que han sido dos pilares fundamentales en mi vida. También de un compañero sirio, casado con una muchacha de Albacete y que estuve en su casa y después estuvieron en la mía y a los que recuerdo con afecto y agradecimiento, entre otras cosas porque me salvó el examen de inglés. Otro compañero, con el que compartí el trabajo de final de carrera y al que consideraba el perfecto ingeniero agrícola valenciano: pragmático, serio y trabajador. De Carrasco recuerdo, entre otras cosas, que tenía por costumbre recitarme un refrán sobre los catalanes, para hacerme enfadar, y aunque creo que nunca lo logró, todavía lo sé de memoria.
De nuestras compañeras las he identificado a todas. Recuerdo especialmente la que me enseñó que los hombres tenemos mucho que aprender de ellas: ¿Alguien recuerda a la artista que sufría poli-desmayos en el examen oral? Para mí fue un impacto de tal calibre que incluso hoy, medio siglo después de estos hechos, cuando mi compañera me pide que decidamos alguna cosa, siempre coincido con su opinión, de manera que la felicidad y armonía familiar han sido constantes a lo largo de mi vida, y el resultado final de las decisiones compartidas, el mismo que si no hubiéramos coincidido.
También habéis tenido un gran acierto incluyendo a los profesores. Yo venía de la ETSIAV y todavía recuerdo con veneración a un profesor de química: José Beltrán Martínez, no sé si lo que más me impresionó fue su sabiduría científica, sus reflexiones humanistas o el encaje de ambas. De nuestra escuela los recuerdo a todos con agradecimiento: el pensamiento lógico y ordenado de Valentín Ruiz que contrastaba con mi tendencia a volar; de Luís Báguena Corella que después, a través de mi vida profesional, descubrí muchos de sus trabajos y lamenté no haberle conocido mejor…
En fin, no quiero extenderme más, tan solo agradecer el trabajo y tenacidad a los que tuvieron la idea y a los que colaboráis buscando compañeros. A todos los demás aconsejaros que mandéis las fotos cuanto antes para completar la orla. No olvidéis que quien nos lo pide es aragonés y ya sabéis que, además de buenas personas, resulta inútil resistirse a cualquier cosa que se proponen y así, de paso, podremos todos tener la satisfacción de contribuir a la búsqueda de la Orla del Santo Grial y vernos de nuevo juntos antes de emprender el vuelo definitivo. Si ahora no lo conseguimos no podremos culpar a los demás.
Ánimo compañeros, esta vez lo vamos a lograr !!!
Un afectuoso saludo.

martes, 5 de junio de 2012

Recordar la felicidad para ser felices



Se dice que con la edad nos volvemos sentimentales. O tal vez ya lo éramos y lo disimulábamos para parecer más machotes. En mi caso no sé si he cambiado de carácter, pero he observado que ahora disfruto más recordando momentos felices de mi vida, y siento no haber puesto más de mi parte para que esos momentos fueran ahora mucho más fuertes.
Desde que recibí la primera llamada de nuestro " manager general " Miguel Lorente he pensado mucho en mis años en Valencia, que os aseguro que fueron de los más bonitos, y allí estabais vosotros. Seguramente los valencianos os habéis encontrado alguna vez y todo ha sido como una continuidad, pero los que estuvimos de paso hemos padecido una ruptura más fuerte que nos provoca ahora añoranzas.
Los que os acordáis de mi sabréis que era y sigo siendo del mejor equipo de fútbol del mundo, "REAL MADRID" aunque, por lo que os comento, mi segundo equipo es "El Valencia". Todos los años cuando llega San José se me hace un nudo en la garganta si oigo la musiquilla de las fallas.
En fin amigos, que repaso mucho las fotografías vuestras y así os recuerdo mejor y que, como dice Carrasco, esto no puede quedar así. Que nos tenemos que volver a encontrar
Bueno mis datos personales en estos momentos son: Vivo en Madrid, sigo casado con la primera, tengo cuatro hijos y una nieta. Como veréis los años han pasado....
Deseo reencontrarme con todos vosotros. Un abrazo a todos y a todas (como se dice ahora)
Antonio Alcázar "el madrileño”
aalcazar@magrama.es

viernes, 1 de junio de 2012

César Carrasco desde Tarancón



Hola compañeros,
Soy César Carrasco, conquense, compañero de piso en Valencia de Gilberto Beltrán, y amigo del grupo de maños con los que acabé cantando jotas. Acabo de leer el correo de Vicente Borrás y me he animado a escribiros también.
Hace unos días recibí una inesperada llamada, como seguramente la recibisteis vosotros, de un viejo amigo que desde que acabamos en Valencia solo lo había visto una vez, cuando nos juntamos hace 15 años para celebrar los 25 de la promoción. Después entré en el Blog y al ver las fotos no pude evitar emocionarme. ¡Cuántos recuerdos me han vuelto a la memoria desde entonces! Vivo en Tarancón y, gracias a una foto del Blog que nos hicimos precisamente aquí viniendo de Madrid, me he enterado de que había estado antes con Linares, Lasaosa y Mercedes donde después he pasado tantas veces.
Creo que esto no puede quedar así, como si hubiera sido un sueño. Tenemos que volver a juntarnos en Valencia porque seguro que pasamos un día feliz. Me gustaría que estas ganas las tuvierais también vosotros, pero me parece necesario que antes todos colaboremos mandando alguna foto para recordarnos. La incomunicación nos ha hecho perder 40 años de nuestra vida por no haber cultivado nuestra amistad, y ya no estamos para desperdiciar el tiempo. Os ruego dediquéis un poco de vuestro tiempo para que esto siga adelante porque Lorente, aunque es un maño insistente (por no decir tozudo) puede acabar cansándose. Sería una pena que por dejadez de unos y otros (y no porque alguien se apropie del dinero) nos quedaremos otra vez sin orla (o lo que sea), y a mí me hace ilusión tenerla. Aunque sólo sea para presumir un poco con nuestros hijos y nietos, que yo ya tengo dos.
No sé si soy un poco pesado, pero de verdad, vamos a echar todos una mano.
Pido disculpas a todos por ponerme blando y saludar particularmente a Lafuente (Antonio y José Mª), Sierra, Lasaosa, Mercedes …, No me importaría de nuevo cantar una jota con vosotros, aunque sea mal, y terminar con un mayo manchego. Antonio Alcázar, acuérdate de que eras nuestro delegado (sigue siéndolo). A los compañeros de Cuenca, Sáiz, Malla, Juan Malavia, Isidoro Escudero, les veo de vez en cuando.
Si pasáis por Tarancón acordaros de que aquí tenéis un amigo y compañero, y si me llamáis me haría una gran ilusión pasar un rato con vosotros. Me alegro de haber recuperado una parte de mi memoria y de volver a dirigirme a vosotros aunque aún no me acuerdo de todos y algunos no os acordéis de mí,
Un abrazo compañeros!!!
César Carrasco
669 46 91 02
cesarcecosa@hotmail.com

jueves, 31 de mayo de 2012

Saludos de Vicente Borrás

Hola:
Soy Vicente Borrás, compañero tuyo de la EITAV que como nos ha pasado a muchos, al ver los nombres y algunas fotografías de viejos compañeros y amigos con 40 años de retraso, se me han agolpado los recuerdos. Sin embargo, tengo algunas lagunas en los recuerdos porque después de tanto tiempo muchos nombres se me habían olvidado y a otros, en cambio, no les pongo rostro, por eso, la idea de recopilar los nombres de los que fuimos compañeros y amigos, me parece magnífica y saludable, porque los nombres y las fotos nos llevan a los recuerdos y, estos, a vivencias olvidadas.
He disfrutado haciendo memoria para reconstruir el listado que Lorente nos envía periódicamente con las novedades, pero este disfrute sería mayor si fuera compartido con vosotros, si todos participáramos buscando viejas fotos y aportáramos nombres y contactos de amigos perdidos.
Ya sé que después de tantos años, de pronto la idea de recuperar la memoria parece absurda e, incluso, produce cierto vértigo, pero después, en frío, surgen la ilusión y las ganas del reencuentro.
Estas líneas las escribo gustoso, pero porque Lorente me ha obligado, ya que a muchos nos cuesta ponernos a escribir. Me dice que tengo que hacerlo porque, según él, sigo siendo el delegado. Comprendo que a muchos de vosotros, como a mí, también os cueste escribir y participar en esta pequeña aventura de desempolvar parte de nuestra historia, pero esto no justifica no hacerlo, por eso yo también os pido, y os ruego, que colaboréis mandándonos información y, sobre todo, una fotografía para recordaros. Al principio pensamos que la participación iba a ser más fluida.
No sé si a partir de este trabajo de investigación se generalizarán las ganas de volver a encontrarnos, pero esto solo será posible si entre nosotros hay más comunicación. Ya estamos unos 70 localizados después de muchas horas de rastrear por Internet, y sería una pena que tanto esfuerzo y tantas ilusiones no desembocaran, como está previsto, en una publicación digital con todos los nombres, fotografías y datos de contacto.
Espero que este proyecto siga vivo pero mientras tanto, recibe un cordial saludo tras el largo paréntesis de 40 años,
Vicente Borrás

jueves, 10 de mayo de 2012

Mis dudas

Comprendo que, como solemos decir, todos andamos liados con nuestras cosas y no siempre disponemos de tiempo para ocuparnos de lo que consideramos accesorio, pero tras dos o tres meses metido en esto, me surgen dudas sobre la causa de la falta de respuestas a mis correos. ¿Y si el motivo –pienso- es la falta de interés y no la ocupación o la dejadez?
Cuando empecé con esta idea sabía que conseguiría muy poco si no había más gente involucrada y comprometida. Para mí ha sido muy gratificante conseguir vuestros números de teléfono y hablar con vosotros porque, en algunos casos, hasta os he reconocido por la voz. Sin embargo no he constatado que la idea de saber quiénes fuimos compañeros e incluso amigos, sea del interés de todos porque solo seis me responden a los correos que envío.
No sé si se cumple en mí el tópico de la tozudez aragonesa para explicar la constancia que me gustaría tener, pero soy de los que piensan que solo se debe luchar por lo que se puede conseguir, y aunque estoy en la fase de los seguidores del Zaragoza y del Villarreal que creen que aún se pueden salvar del descenso, la liga siempre tiene un final y los deseos y las creencias dejan de ser útiles.
Hay quien va muy deprisa y me pregunta cuándo nos juntamos en Valencia. Yo suelo decir que los bueyes deben ir delante del carro y, mientras no sepamos quiénes éramos y tengamos la necesidad de reencontrarnos, no merece la pena ir más allá.
Como decía en un correo, lo ideal sería que se estableciera una red entre todos y no una estructura radial como la de las carreteas españolas del siglo XIX en la que yo hago de Km 0 en la Puerta del Sol. El Estado de las autonomías o el federalismo surgieron precisamente para solucionar los defectos del centralismo. Por esto os animo a intercomunicarnos a través del Blog, por e-mail o por teléfono, con los que compartimos pupitre, excursiones o ansiedad ante los exámenes de Capuchinos. Ahora ya no tenemos la excusa del desconocimiento.
LORENTE

Recuerdos felices


Cuando estudiaba en Valencia eran años que nuestras economías no estaban para tirar cohetes y pocas veces acudí al Santa Catalina. Cuando estuve no recuerdo con quién fue, pero al pasar por la puerta siempre me viene un nebuloso recuerdo asociado a desayunos tempraneros camino de casa, después de una noche feliz. LORENTE

miércoles, 9 de mayo de 2012

Amnesia

Regreso a la escuela:
Más deterioradas por el uso y por el abandono pero las mismas escaleras. El mismo olivo pero más grande. Yo, el mismo pero con 40 años más. Bueno, el águila del mural de hormigón hace tiempo que voló. La principal diferencia con la foto siguiente es que faltan seis compañeros que fueron amigos y ahora no recuerdo ni sus nombres. La incomunicación produce amnesia. ¿Alguien puede reconocerlos y decirme quiénes son?
LORENTE (segundo por la derecha)

miércoles, 2 de mayo de 2012

Volver

El pasado 14 de abril estuve en Valencia unas horas. Pocas, pero suficientes para atravesar el Paseo de Valencia al Mar (¡que no se rían los valencianos por este anacronismo!) y detenerme en nuestra vieja Escuela para recordar emociones pasadas. Quería fotografiarme en la puerta, en el mismo sitio que lo hice 40 años antes con otros seis compañeros que he olvidado a pesar de tener entonces buena relación con ellos. En mi mente guardaba el cliché del mural de hormigón con el águila, el olivo, las escaleras, el gran patio de entrada, los nenúfares de los jardines interiores, …
Pero como yo, casi nada estaba igual. La Escuela había sido trasladada al Politécnico y el edificio se veía abandonado. Las escaleras se habían convertido en refugio de mendigos, la vegetación del jardín ocultaba las ventanas de la planta baja. Sólo el olivo, símbolo de la inmortalidad y de la reconciliación, aunque más crecido, permanecía impertérrito ajeno al paso del tiempo.
Atravesé la calzada hacia los jardines centrales del paseo donde hacíamos prácticas de topografía y donde, al atardecer, las parejas se ocultaban para dar rienda suelta al ímpetu amoroso y clandestino. Fui buscando las jacarandas para recordar el olor penetrante de sus flores violáceas que impregnaba el aire del Paseo, y en el primer banco los habitantes de las escaleras de la Escuela añadían alcohol barato a sus destrozados cuerpos. Las jacarandas aún no habían brotado.
Como yo, casi nada me parecía igual. Pero me fijé en el olivo haciéndome ver que yo también seguía siendo el mismo; más mayor, ¡faltaría más! pero el mismo que con tantas ganas de vivir había visto tantas veces a aquel olivo. Entonces recordé una canción que aprendí en Valencia hacía 40 años sin fijarme en el significado de su letra, y que ahora le encontraba sentido cuando dice: “Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida. Tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdo encadenan mi soñar. Pero el viajero que huye tarde o temprano detiene su andar y, aunque el olvido que todo destruye, haya matado mi vieja ilusión, guardo escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón”.
Y tras el impacto depresivo inicial, decidí que necesitaba “Volver aunque fuera con la frente marchita ….etc. etc. (Mejor escuchar a Estrella Morente: http://www.youtube.com/watch?v=upsF0jpz4kg )
Pensaréis que me he puesto sentimental. Quizás, pero en realidad pretendo simplemente ilusionaros e involucraros en la idea de saber quiénes éramos y, si fuera posible, volver a juntarnos. La localización va lenta aunque hablando con vosotros siempre sale algún nombre nuevo, por ello, con la lista que os mando, os ruego hagáis memoria. También os pido fotos de aquella época.
Y puesto a pedir, necesito que me indiquéis que habéis recibido este correo porque hasta ahora muy pocos lo han hecho y no sé si os llegan ni si os interesa esta idea. No obstante, salvo que me digáis lo contrario, seguiré informándoos y dando la lata.
LORENTE

martes, 1 de mayo de 2012

Después de 40 años

Olvidado compañero o compañera:
Pertenezco, como tú, a una promoción de la EITAV perdida en el tiempo por falta de conexiones y referencias. No llegamos a tener la clásica orla que permite recordar a los compañeros con caras juveniles, y con el transcurrir de los años esos recuerdos se han ido diluyendo hasta el olvido, como si no hubiéramos existido.
En aquella promoción que acabó en 1972 estábamos de toda España. Me acuerdo que había un gallego, Castiñeira, que sólo parecía inmutarse cuando jugaba al fútbol; me viene a la memoria el madrileño Alcázar conduciendo una vieja Montesa que compró con los ahorros de la pensión, una chica muy seria de Luarca (¿María José?), los de Ciezar, el del pueblo de Azorín, Monóvar, como le gustaba presumir, los andaluces, los de Burriana y Villarreal, Rodri, … pero son imágenes breves y difusas que no me permiten recordar un tiempo vivido con intensidad.
Hace 15 años, cuando cumplimos los 25 de la promoción, unos cuantos nos juntamos en Valencia. Fue un día inolvidable lleno de emociones. Volvimos a recorrer la vieja escuela, vinieron algunos profesores de nuestra época, tomamos un vino en el bar (¡cómo no!) y Vicente Borrás que para eso sigue siendo el delegado vitalicio, organizó una paella de pato impresionante. Por la tarde fuimos a la playa de la Malvarrosa, después cenamos y bailamos en una sala donde nuestro compañero Fuertes tocaba en la orquesta. Prometimos volver a vernos sin esperar otros 25 años, ¡pero ya han pasado 15!
Sin embargo, en los tiempos actuales no hay excusa para la incomunicación y el olvido, así que he abierto este blog (V Promoción EITAV) con la intención de convertirlo en un lugar de encuentro y de búsqueda de la Promoción de 1972. En ella podemos colgar para nosotros nuestras fotografías y nuestros recuerdos, comunicarnos y reencontrarnos aunque sea a través de esta red invisible.
Yo apenas tengo localizados a unos cuantos compañeros pero como tú sabrás de otros,  si les mandas esta información ellos también podrán hacer  lo mismo y la red se irá extendiendo hasta que todos, o casi todos, hayamos reconstruido una pequeña historia de la EITAV y la de un periodo de nuestras vidas. También me sirve que me mandes sus nombres, dirección de correo, teléfono, etc. para ponerme en contacto con ellos. Como primer, paso se trata de saber quiénes éramos.
Puedes hacer en el blog cuantos comentarios quieras o enviármelos por correo para publicarlos yo. Te pido que me envíes una fotografía de la época de la Escuela para que todos podamos recordarnos y también puedes mandar fotos con otros compañeros.
Espero que con tu colaboración este mensaje circule para  volver a reencontrarnos,
Un cordial saludo
Miguel Lorente (uno de los “maños”)